Este es uno de esos discos que te enamoran desde el primer compás, a un perro viejo como yo, el sabor a la música de cuando eras un chaval siempre le complace.

En el primero de los cortes de este trabajo, Wabi Sabi ya tengo todo lo que necesito para engancharme, cajas de ritmos clásicas, sonido crudo y cortante, arreglo dinámico, samples vocales repetitivos …

Michikusa continúa el discurso, con percusiones anabolizadas como comienzo, hi hats afilados, 303 subterránea y cuerdas futuristas. Un auténtico himno.

Yume mantiene el pulso pistero, esta vez con la rítmica más opaca y gris y componentes melódicos más clásico con esos acordes triunfales a lo Dave Clarke.

Unwitenpen es un martillo percutor con secuencias asimétricas por encima, de lo mejor del disco.

Hashi suena a  techno para espacios industriales, combinación excelente de contundencia y flotación, de nuevo sabor a hit de pista.

Sagi cimienta su argumento en un sample vocal jugón, y quizá demasiado desenfadado para lo que he escuchado hasta ahora.

Jorudana es una oda al bombo y un homenaje al techno tribal de principios de siglo.

Shin gira el discurso totalmente hacia el cosmos y la flotación ingrávida combinada por momentos con los estampidos de un ritmo industrial.

Miminoru se despide en clave ácida tradicional con un 303 jugón planeando sobre un ritmo esquelético.

Gran ejercicio de techno con raíces en la tradición de los años dorados del techno.

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