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Hace 35 años que Hombres G vinieron por primera vez a EE.UU. Era un viaje promocional a Nueva York, en 1987, cuando los cuatro chavales madrileños se habían convertido en un fenómeno tan enorme como disparatado del pop-rock español, entre polvos pica-pica , el marcapasos de Marta, la chica cocodrilo y el 'figlio de la mía mamma' . «Nada más llegar fuimos a cenar al Hard Rock Café, que era entonces una gran novedad y era lo último en Nueva York y se produjo un tiroteo», recordaba la tarde del jueves a este periódico David Summers , el cantante, bajista y compositor principal de la banda. «Flipamos, vaya aterrizaje».
Pero EE.UU. acabó por convertirse en un territorio muy pisado por la banda, gracias a s u éxito apabullante en los países hispanoamericanos. Como otros grupos y artistas españoles de los ochenta y noventa -Mecano, Héroes del Silencio , Joaquín Sabina- Hombres G se convirtieron en ídolos de la época desde México a Chile. Su fama se transportó con el tiempo hasta las comunidades de inmigrantes hispanos en EE.UU. y el grupo empezó a girar por el país tras su reunión a comienzos de este siglo.
Al igual que ocurre en España, la afición hispana de EE.UU. no les ha dado la espalda con el paso de las décadas. Una fila daba la vuelta al House of Blues , una de las principales salas de concierto de Chicago, hora y media antes de que se levantara el telón. Cartel de 'sold out' , 'no hay billetes', con una capacidad de 1.800 personas. Igual que la noche anterior, que también llenaron. E igual que el concierto previsto para este viernes en Nueva York, en el Hulu Theater del Madison Square Garden, donde 5.600 incondicionales han dejado al resto sin entrada.
«Es acojonante el público que tenemos aquí, disfruta muchísimo de los conciertos», aseguraba Summers, que advertía que además es un público más rockero, más peleón que en España.
«Esto es como revivir la adolescencia», decía Miriam Ramírez, mientras avanzaba la cola para entrar al local. «Y esa fue la mejor época, era la mejor música». Es de Venezuela . Otros son de Colombia , de Ecuador, alguno hay de España, pero, sobre todo, de México o de origen mexicano. Eso se notó desde el momento en el que Summers cogió el micrófono y dijo al público: «Estamos encantados de estar aquí con ustedes, con un público tan chingón».
Acababan de tocar 'Voy a pasármelo bien' , la canción inaugural, pero el 'frontman' prometió algo más: «Lo vamos a pasar de puta madre». Se hizo de realidad de inmediato con 'El ataque de las chicas cocodrilo' , uno de los éxitos de su primer disco, con la gente coreando al grito «has sido tú, te crees que no te he visto».
La platea estaba a reventar , como los conciertos de vieja escuela, donde uno no puede moverse un milímetro. Los palcos privados de los pisos superiores, entre la mampostería rococó y los detalles de House of Blues, también estaban hasta la bandera. «Yo creo que han dejado pasar a demasiada gente», lamentaba una chica, que no se animaba a pelearse contra la masa por ver a Summers de cerca.
Los más valientes iban para la barra y volvían cargados de cerveza, para no tener que volver. Para cuando Hombres G entonaron el «¿qué te pasa, estás borracho?» de su éxito veterano 'Nuestro bar' ya muchos en el público lo estaban. El grupo - Dani Mezquita en la guitarra rítmica, Rafa Gutiérrez punteando en el mismo instrumento, Javier Molina a la batería, además de Summers y del apoyo de Juan Muro en el saxo y José Carlos Parada en el teclado- encadenó canciones conocidas por todos con temas nuevos de sus últimos discos. Pero en los bises fueron todo generosidad y entrega: cerraron con 'Venezia' y el himno generacional 'Sufre mamón' , para júbilo del respetable.
Amenazaron además, con todos sus integrantes a punto de cumplir los sesenta o con ellos ya cumplidos, con volver. «En 2023 cumplimos cuarenta años como grupo», dijo Summers, anunciando una gira por ese aniversario- «Es toda una vida, pero han pasado volando. ¿Sabéis por qué? Porque nos lo hemos pasado de puta madre. Hemos estado corriendo por el mundo con nuestros mejores amigos, desde que tenemos 18 años». En Chicago, en Nueva York y en el resto de ciudades de EE.UU. les vuelven a esperar, con la edad que tengan.
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