Los 50 poemas más bonitos en lengua española

2023-02-27 14:57:38 By : Ms. Helen Xiao

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¿Conoces los 50 poemas más bonitos en lengua española? Te traemos una amplia selección con los autores más relevantes de este género literario que no te puedes perder. ¡Mira, mira!

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Actualizado a06 de febrero de 2023, 17:03

Si te gusta la poesía, has llegado al lugar adecuado, porque hoy hemos recopilado los poemas más bonitos de la lengua española para ti. Te hablaremos también de sus autores, su contexto histórico y lo que encontramos en sus poesías.

Seguro que entre los muchos que te traemos encuentras algunos que te conmuevan. ¿Sabes ya cuál es tu autor favorito de la lírica hispanoamericana? Sigue leyendo y seguro que descubres cuáles son tus poemas favoritos en nuestra lengua.

Es difícil, de cuantos poemas hay en la lengua española elegir tan solo 10. Pero si tuviéramos que mencionar algunos de los más bonitos, estos seguro que no faltarían en la lista:

Hay muchos poemas que todos conocemos y que, en algún momento u otro de nuestra vida (y nuestra educación) hemos leído. Pero si hay un poema que ha pasado a la historia y de quien todo el mundo conoce, al menos, un par de versos, ese es Me gusta cuando callas, de Pablo Neruda.

Consideramos poemas cortos a aquellos que no ocupan más de 3 o 4 párrafos. También podemos tener en cuenta que, en total, no sobrepase los 15 versos, o de cualquier forma seguirá siendo bastante largo.

De cualquier forma, en este recopilatorio encontrarás claros ejemplos de cómo son este tipo de poemas. Puedes echarle un vistazo a Solo un nombre de Alejandra Pizarnik o a Por una mirada, un mundo, de Gustavo Adolfo Bécquer.

Góngora (1561 - 1627) es, sin duda, uno de los grandes poetas del Siglo de Oro español. En el soneto que leemos a continuación habla a una rosa, reflejando en sus palabras el elemento de la fugacidad que era común en su generación. Hay que disfrutar la vida mientras dura, al igual que se disfruta de la belleza efímera de una rosa.

Ayer naciste, y morirás mañana. Para tan breve ser, ¿quién te dio vida? ¿Para vivir tan poco estás lúcida, y para no ser nada estás lozana?

Si te engañó tu hermosura vana, bien presto la verás desvanecida, porque en tu hermosura está escondida la ocasión de morir muerte temprana.

Cuando te corte la robusta mano, ley de la agricultura permitida, grosero aliento acabará tu suerte.

No salgas, que te aguarda algún tirano; dilata tu nacer para tu vida, que anticipas tu ser para tu muerte.

Este precioso poema de la lengua española fue escrito por Sor Juana Inés de la Cruz (1648 - 1695), una de las pocas mujeres que consiguieron destacar en el siglo XVI, escribiendo en México. En los versos que podemos leer a continuación vemos claramente la influencia de la tradición de la poesía cortés, aunque con un giro llamativo al confrontar a los hombres.

Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual solicitáis su desdén ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco al niño que pone el coco y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana; pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por cruel y otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejáos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.

Estamos ante uno de los poemas más reconocidos de Gustavo Adolfo Bécquer (1836 - 1870), máximo exponente de la poesía romántica en España. Forma parte de sus famosas Rimas, en las que aborda el amor desde diferentes puntos de vista. En este caso, hablamos del dolor y la fatalidad ante la pérdida de un ser querido.

Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres… ¡esas… no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día… ¡esas… no volverán!

Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido…; desengáñate, ¡así… no te querrán!

Jorge Manrique (1440 - 1479) escribe este famoso poema tras la muerte de su padre, que forma parte de sus Coplas, que le llevaron a ser uno de los grandes autores de la lengua española. En ella, se lamenta por la pérdida a la vez que acude al tópico del Carpe Diem para realizar un canto a la vida.

Recuerde el alma dormida Avive el seso y despierte Contemplando Cómo se pasa la vida, Cómo se viene la muerte, Tan callando, Cuán presto se va el placer, Cómo, después de acordado Da dolor, Cómo, a nuestro parecer, Cualquier tiempo pasado Fue mejor.

Garcilaso de la Vega (1501 - 1536) es, sin duda, uno de los grandes representantes de la poesía en la España del Siglo de Oro. En los versos que leemos a continuación realza la belleza de una mujer, recordando al lector la fugacidad de la vida.

En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende el corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado, todo lo mudará la edad ligera, por no hacer mudanza en su costumbre.

Este gran renovador del teatro español hizo también grandes aportes a la lírica castellana. Lope de Vega (1562 - 1635) se aleja de la rigidez con la que sus contemporáneos se enfrentaba a la poesía, utilizando juegos de ingenio como el que vemos a contaminación. En él analiza con humor la estructura de un soneto, composición que causaba furor en la época.

Un soneto me manda hacer Violante, que en mi vida me he visto en tal aprieto, catorce versos dicen que es soneto; burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante, y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto, no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando, y parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho que voy los trece versos acabando; contad si son catorce, y está hecho.

Nos alejamos del Siglo de Oro para acercarnos al movimiento romántico del que también formaba parte Bécquer para encontrarnos con Carolina Coronado (1823 - 1911). La artista formaba parte de “La hermandad lírica femenina”, que luchaba por alcanzar el reconocimiento de la mujer artista en pleno siglo XIX. En el poema podemos leer una crítica mordaz ante un sistema que oprime a la mujer pese al avance de las leyes.

Risueños están los mozos, gozosos están los viejos porque dicen, compañeras, que hay libertad para el pueblo.

Todo es la turba cantares, los campanarios estruendo, los balcones luminarias, y las plazuelas festejos.

Gran novedad en las leyes, que, os juro que no comprendo, ocurre cuando a los hombres en tal regocijo vemos.

Muchos bienes se preparan, dicen los doctos al reino, si en ello los hombres ganan yo, por los hombres, me alegro;

Mas, por nosotras, las hembras, ni lo aplaudo, ni lo siento, pues aunque leyes se muden para nosotras no hay fueros.

¡Libertad! ¿qué nos importa? ¿qué ganamos, qué tendremos? ¿un encierro por tribuna y una aguja por derecho?

¡Libertad! ¿de qué nos vale si son los tiranos nuestros no el yugo de los monarcas, el yugo de nuestro sexo? ¡Libertad! ¿pues no es sarcasmo el que nos hacen sangriento con repetir ese grito delante de nuestros hierros?

¡Libertad! ¡Ay! para el llanto tuvímosla en todos tiempos; con los déspotas lloramos, con tributos lloraremos; Que, humanos y generosos stos hombres, como aquellos, a sancionar nuestras penas en todo siglo están prestos. Los mozos están ufanos, gozosos están los viejos, igualdad hay en la patria, libertad hay en el reino.

Pero os digo, compañeras, que la ley es sola de ellos, que las hembras no se cuentan ni hay Nación para este sexo.

Por eso aunque los escucho ni me aplaudo ni lo siento; si pierden ¡Dios se lo pague! y si ganan ¡buen provecho!

Nos alejamos geográficamente, hasta Uruguay, pero no históricamente. Delmira Agustini (1886 - 1914) formó parte del movimiento modernista latinoamericano. En su obra no duda en tratar temas como la sensualidad o el erotismo femenino, consiguiendo subvertir aquella norma establecida sobre lo que las mujeres podían o no tratar en sus poemas.

En el poema que podrás leer a continuación, encontrarás un análisis de emociones que todos hemos compartido y que tan difícilmente se pueden expresar por medio de la palabra.

Yo muero extrañamente... No me mata la Vida, No me mata la Muerte, no me mata el Amor; Muero de un pensamiento mudo como una herida... ¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida Devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor? ¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

Cumbre de los Martirios!... Llevar eternamente, Desgarradora y árida, la trágica simiente Clavada en las entrañas como un diente feroz!...

Pero arrancarla un día en una flor que abriera Milagrosa, inviolable!... Ah, más grande no fuera Tener entre las manos la cabeza de Dios!

Invertimos las tornas ahora, trasladándonos algo más en tiempo que en distancia. Nos vamos a Chile, donde la gran Gabriela Mistral (1889 - 1957) se convierte en una de las figuras más relevantes de la literatura del siglo XX. La autora chilena fue la primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel en 1945. Su obra en igual de rica que su pluma, por lo que podemos encontrar desde ensayos sobre educación o derechos de la mujer, hasta rondas para niños. Uno de sus más famosos poemas es este que te dejamos a continuación, en el que nos permite observar el dolor que se siente al encontrar al ser amado con otra persona.

El pasó con otra; yo le vi pasar. Siempre dulce el viento y el camino en paz. ¡Y estos ojos míseros le vieron pasar!

El va amando a otra por la tierra en flor. Ha abierto el espino; pasa una canción. ¡Y él va amando a otra por la tierra en flor!

El besó a la otra a orillas del mar; resbaló en las olas la luna de azahar. ¡Y no untó mi sangre la extensión del mar!

El irá con otra por la eternidad. Habrá cielos dulces. (Dios quiere callar) ¡Y él irá con otra por la eternidad!

Continuamos en Chile, con un contemporáneo de Mistral. Vicente Huidobro (1883-1948) se presenta como propulsor del creacionismo, primer movimiento vanguardista que acoge Latinoamérica. Este postula que la obra literaria debe ser independiente de cualquier referente, dado que el lenguaje es el que crea la realidad. Aquí tenemos una latente declaración de principios que nos adelanta cómo será el resto de su obra.

Que el verso sea como una llave Que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos creado sea, Y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata,

Estamos en el ciclo de los nervios, El músculo cuelga, Como recuerdo, en los museos; Mas no por eso tenemos menos fuerza: El vigor verdadero Reside en la cabeza.

Por qué cantáis la rosa, ¡oh, Poetas! Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros Viven todas las cosas bajo el Sol.

El Poeta es un pequeño Dios

No muy lejos en tiempo ni en distancia, nos encontramos con uno de los escritores más destacados de Argentina. Jorge Luis Borges (1899 - 1986) destacó por su capacidad para experimentar con conceptos como el tiempo o el espacio, planteándonos un universo múltiple e infinito. El laberinto es la base de sus estructuras, tal y como podemos ver en este poema.

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?

Nos trasladamos ahora hasta México, para conocer la obra del ilustre Octavio Paz (1914 - 1998) que se convirtió en uno de los autores mexicanos más reconocidos del mundo. De hecho, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1981, dada su gran aportación a la renovación literaria del continente americano. En sus versos encontramos carices sobre las relaciones humanas, comparadas siempre con elementos naturales.

Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente son a veces navajas y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío.

Volvemos de nuevo al siglo XX, donde encontramos a Oliverio Girondo (1891 - 1967), uno de los poetas más innovadores de la época. Este autor argentino se caracteriza por utilizar un tono irónico, lúdico, con el que se conduce por el surrealismo. Este poema que leerás a continuación, también conocido como Amantes, explora los límites de la poesía para describir una relación sexual en versos.

Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan, se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehúyen, se evaden y se entregan.

Nos encontramos ahora ante uno de los autores peruanos más reconocidos. César Vallejo (1892 - 1938) fue un gran renovador de la poesía moderna. En sus versos experimentaba con diferentes estéticas y capacidades plásticas del lenguaje, formando parte de las corrientes vanguardistas del momento. En el poema que te dejamos se enfrenta a un análisis de la desesperación humana frente a la existencia y sus infortunios.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

Alfonsina Storni (1892 - 1983) se convierte en una de las autoras más importantes del panorama literario latinoamericano. La autora argentina representa en su obra la visión femenina de la realidad. Podemos leerlo en este precioso y reivindicativo poema en el que apela la exigencia masculina sobre la mujer de la castidad y la pureza.

Tú me quieres alba, me quieres de espumas, me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada.

Ni un rayo de luna filtrado me haya. Ni una margarita se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, tú me quieres blanca, tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas las copas a mano, de frutos y mieles los labios morados. Tú que en el banquete cubierto de pámpanos dejaste las carnes festejando a Baco. Tú que en los jardines negros del Engaño vestido de rojo corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto conservas intacto no sé todavía por cuáles milagros, me pretendes blanca (Dios te lo perdone), me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques, vete a la montaña; límpiate la boca; vive en las cabañas; toca con las manos la tierra mojada; alimenta el cuerpo con raíz amarga; bebe de las rocas; duerme sobre escarcha; renueva tejidos con salitre y agua:

Habla con los pájaros y lévate al alba. Y cuando las carnes te sean tornadas, y cuando hayas puesto en ellas el alma que por las alcobas se quedó enredada, entonces, buen hombre, preténdeme blanca, preténdeme nívea, preténdeme casta.

El gran poeta andaluz, perteneciente a la generación del 27, es sin duda uno de los autores con mayor proyección internacional de España. Federico García Lorca no se limitó a tratar tan solo un tema en su obra, como tampoco se limitó a un único género. En este precioso poema se encuentra entre los últimos que escribió, y no alcanzó a publicarlo en vida. En él queda reflejado el dolor latente por la pérdida de un ser amado.

Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.

El poeta chileno, Gonzalo Rojas (1916 - 2011) centra su obra en el compromiso social, las capacidades sonoras del lenguaje y el erotismo. En el poema que leemos a continuación, el autor se pregunta si lo que realmente amamos en una relación es al otro o a uno mismo.

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, repartido en estrellas de hermosura, en particular fugaces de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Miguel Hernández (1910 - 1942) escribe este, uno de sus poemas más aplaudidos y expresivos, para su amigo de Orihuela, tras la muerte repentina de este. Se puede leer, por tanto, en sus versos, ese grito desesperado que pretende mantener viva e invocar la memoria de un amigo.

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irán a cada lado disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

En este precioso poema, Federico García Lorca (1898 - 1936)combina temas como la muerte y el deseo. Es tan horrible para el autor presencia aquello que desea, que perder la vida parece una solución piadosa.

Yo quiero que el agua se quede sin cauce. Yo quiero que el viento se quede sin valles.

Quiero que la noche se quede sin ojos y mi corazón sin la flor del oro.

Que los bueyes hablen con las grandes hojas y que la lombriz se muera de sombra.

Que brillen los dientes de la calavera y los amarillos inunden la seda.

Puedo ver el duelo de la noche herida luchando enroscada con el mediodía.

Resisto un ocaso de verde veneno y los arcos rotos donde sufre el tiempo.

Pero no me enseñes tu limpio desnudo como un negro cactus abierto en los juncos.

Déjame en un ansia de oscuros planetas, ¡pero no me enseñes tu cintura fresca!

Idea Vilariño (1920 - 2009), poeta uruguaya, destacó por contar con una extensa obra que toca temas como el deseo, el amor y la intimidad. En este bello y simple poema, encontramos versos desgarradores que evocan el momento en el que reconocemos la imposibilidad de un amor.

Ya no será ya no no viviremos juntos no criaré a tu hijo no coseré tu ropa no te tendré de noche no te besaré al irme nunca sabrás quién fui por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo nunca ni si era de verdad lo que dijiste que era ni quién fuiste ni qué fui para ti ni cómo hubiera sido vivir juntos querernos esperarnos estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú ya no serás para mí más que tú. Ya no estás en un día futuro no sabré dónde vives con quién ni si te acuerdas. No me abrazarás nunca como esa noche nunca.

El reconocido poeta chileno Pablo Neruda (1904 - 1973) escribe este poema en sus famosos Veinte poemas de amor y una canción desesperada. En ella se dirige al ser amado, expresando su belleza con aquel famoso verso que todos conocemos y repetimos.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Con un tema que roza la cultura pop, este autor nicaragüense crítica a la sociedad del consumo por medio de una figura tan icónica como Marilyn Monroe. En sus versos vemos clara influencia de una vida como la que vivió Ernesto Cardenal (1925 - 2020), que fue sacerdote y acabó creando una comunidad religiosa-revolucionaria en el Archipiélago de Solentimane al defender la Teología de la Liberación.

Señor recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe, aunque ése no era su verdadero nombre (pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar) y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje sin su Agente de Prensa sin fotógrafos y sin firmar autógrafos sola como un astronauta frente a la noche espacial.

Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.

Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras. Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno pero también algo más que eso…

Las cabezas son los admiradores, es claro (la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).

Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.

El templo —de mármol y oro— es el templo de su cuerpo en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones

Señor en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad, Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).

Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos, el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo. Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros por nuestra 20th Century por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.

Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.

Para la tristeza de no ser santos se le recomendó el Psicoanálisis.

Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena y cómo se fue haciendo mayor el horror y mayor la impuntualidad a los estudios.

Como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine.

Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva. Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados que cuando se abren los ojos se descubre que fue bajo reflectores ¡y se apagan los reflectores!

Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico) mientras el Director se aleja con su libreta porque la escena ya fue tomada.

O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor vistos en la salita del apartamento miserable.

La película terminó sin el beso final.

La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.

Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.

Fue como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER. O como alguien que herido por los gángsters alarga la mano a un teléfono desconectado.

Señor: quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar y no llamó (y tal vez no era nadie o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles) ¡contesta Tú al teléfono!

Francisco de Quevedo (1580 - 1645), uno de los máximos exponentes del Siglo de Oro de España presenta en este poema una sincera declaración de amor en la que anuncia a su amada que ni siquiera la muerte será hacer que deje de amarla.

Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado.

Esta destacada autora argentina consiguió revolucionar el panorama literario al simplificar la versificación, acercándose al estilo de los haikus japoneses. Alejandra Pizarnik (1936 - 1972) cuestiona en este poema que, en apariencia, no dice nada, la referencialidad del lenguaje. Es decir, la capacidad intrínseca de la palabra de crear realidad.

alejandra alejandra debajo estoy yo alejandra

Este breve poema de Gustazo Adolfo Bécquer (1836 - 1870), máximo exponente del movimiento romántico en España, refleja el amor de forma simple y sincera. Su belleza, sin embargo, es inmensa.

Por una mirada, un mundo, por una sonrisa, un cielo, por un beso… ¡yo no sé qué te diera por un beso!

Cristina Peri Rossi (1941), poeta uruguaya, ha conseguido un lugar destacado en el mundo de la poesía por presentar una obra en la que predomina la retórica del cuerpo y el deseo. Sobre pasa todas las categorías del deber ser, mostrando abiertamente relaciones de amor lésbico, y mezclando sin miedo lo sagrado y lo profano en este precioso poema que equipara el rito religioso con hacer el amor.

Descubrir a Dios entre las sábanas -no en el templo fariseo ni en la altiva mezquita- sábanas blancas sudario del amor que te cubría manto sagrado inicial la bienaventurada ascensión de tu piel a la eternidad de tu vientre al círculo celestial sentir a Dios en tus húmedas cavidades en el grito vertiginoso de la jauría de tus vísceras

Saber que Dios está escondido entre las sábanas sudoroso consagrando tu sangre menstrual elevando el cáliz de tu vientre.

Descubrir, de pronto, que Dios era una Diosa, última ascesis, de aquí a la eternidad.

Con Pedro Calderón de la Barca (1600 - 1681) debemos hacer una pequeña trampa, porque lo cierto es que este poema no lo es como tal, sino que se trata de la parte final de su obra, estrenada en 1635, La vida es sueño. Es, sin duda, el máximo exponente del movimiento literario barroco español, y, por tanto, no puede faltar en este recopilatorio.

Yo sueño que estoy aquí, destas prisiones cargado; y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

José Agustín Goytisolo (1928 - 1999) es considerado uno de los máximos exponentes de la llamada generación de los 50, y una figura esencial en la historia de la literatura española. En este bellísimo poema, que Paco Ibáñez convirtió en canción, habla a su hija Julia sobre la inevitabilidad del dolor en la vida.

Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.

También conocida como Santa Teresa de Ávila (1515 - 1582), esta escritora mística es una de las primeras referentes que encontramos en la historia de la literatura femenina. En este precioso poema habla del amor a través de Dios, un tema recurrente en su obra.

Dichoso el corazón enamorado que en sólo Dios ha puesto el pensamiento, por Él renuncia todo lo criado, y en Él halla su gloria y su contento. Aún de sí mismo vive descuidado, porque en su Dios está todo su intento, y así alegre pasa y muy gozoso las ondas de este mar tempestuoso.

Gioconda Velli (1948) es una de las grandes figuras de la literatura en la Latinoamérica actual. La poeta nicaragüense ha centrado su obra en el compromiso político, así como en la exploración del deseo femenino. En este poema, vemos una defensa de la libertad sexual femenina en la que no importa la edad ni la condición.

Hay quienes piensan que he celebrado en exceso los misterios del cuerpo la piel y su aroma de fruta.

¡Calla, mujer! –me ordenan– No nos aburras más con tu lujuria Vete a la habitación Desnúdate Haz lo que quieras Pero calla No lo pregones a los cuatro vientos.

Una mujer es frágil, leve, maternal; en sus ojos los velos del pudor la erigen en eterna vestal de todas las virtudes. Una mujer que goza es un mar agitado donde sólo es posible el naufragio.

Cállate. No hables más de vientres y humedades. Era quizás aceptable que lo hicieras en la juventud. Después de todo, en esa época, siempre hay lugar para el desenfreno. Pero ahora, cállate.

Ya pronto tendrás nietos. Ya no te sientan las pasiones. No bien pierde la carne su solidez debes doblar el alma ir a la Iglesia tejer escarpines y apagar la mirada con el forzado decoro de la menopausia.

...Me instalo hoy a escribir para los Sumos Sacerdotes de la decencia para los que, agotados los sucesivos argumentos, nos recetan a las mujeres la vejez prematura la solitaria tristeza el espanto precoz a las arrugas.

¡Ah! Señores; no saben ustedes cuánta delicia esconden los cuerpos otoñales cuánta humedad, cuánto humus cuánto fulgor de oro oculta el follaje del bosque donde la tierra fértil se ha nutrido de tiempo

Alfonsina Storni (1892 - 1938) fue una escritora argentina vinculada al modernismo. Su voz destacaba, brillante, entre sus contemporáneos, por lo que llegó a ser una de las poetisas hispanoamericanas más conocidas del siglo XX. En este precioso poema se desnuda, emocional y sensiblemente, como una mujer que vive en entorno hostil.

Soy un alma desnuda en estos versos, Alma desnuda que angustiada y sola Va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola, Que puede ser un lirio, una violeta, Un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta Y ruge cuando está sobre los mares, Y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares, Dioses que no se bajan a cegarla; Alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla Con sólo un corazón que se partiera Para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera Dice al invierno que demora: vuelve, Caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve En tristezas, clamando por las rosas con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas A campo abierto, sin fijar distancia, Y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia De un suspiro, de un verso en que se ruega, Sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega Y negando lo bueno el bien propicia Porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia Palpar las almas, despreciar la huella, Y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella, Como los vientos vaga, corre y gira; Alma que sangra y sin cesar delira Por ser el buque en marcha de la estrella.

Rubén Darío (867 - 1916), reputado escritor nicaragüense, llegó a convertirse en una de las figuras más reconocidas de la literatura hispanoamericana. Este precioso poema que leerás a continuación es el último de sus Cantos de vida y esperanza. Sin duda, es uno de los grandes poemas que el autor escribió sobre un tema recurrente en su obra: el sentido de la vida y su fugacidad.

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror… Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, ¡

¡y no saber adónde vamos, ni de dónde venimos!…

Este escritor andaluz (1902 -1999) escribe este bello poema desde el exilio, que compartió en París junto a su compañera, María Teresa León. Allí convivió con Neruda y Delia del Carril. Fue en aquellos momentos donde dio forma a los versos que leeremos a continuación.

Se equivocó la paloma. Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur. Creyó que el trigo era agua. Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo; que la noche la mañana. Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío; que la calor, la nevada. Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa; que tu corazón su casa. Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla. Tú, en la cumbre de una rama.)

Antonio Machado (1875 - 1939) escribe estos versos poco antes de que fallezca su esposa, Leonor. Vemos en sus versos reflejados el dolor y la pena del poeta sevillano, que llegó a convertirse en uno de los máximos exponentes de la conocida como generación del 98.

Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

Como ya hemos mencionado antes, el gran dramaturgo del Siglo de Oro no se conformó con ser el autor más prolífico de su género, sino que innovó en el campo de la lírica, como podemos ver en muchos de sus poemas. En esta ocasión, tenemos una pieza publicada en sus Rimas (1609) que claramente se dedica al amor. En estos momentos, Lope está en la cárcel, sufriendo el destierro al que se le sometió tras ser denunciado por el padre de Elena, uno de sus grandes amores.

Ir y quedarse, y con quedar partirse, partir sin alma, y ir con alma ajena, oír la dulce voz de una sirena y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse, haciendo torres sobre tierna arena; caer de un cielo, y ser demonio en pena, y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades, pedir prestada sobre fe paciencia, y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma, y en la vida infierno.

Juan Ramón Jiménez (1881-1958) fue un poeta andaluz cuya obra constituyó un enlace entre el modernismo de fin de siglo y la poesía pura del siglo XX. En el soneto que podemos leer a continuación, el autor contempla el campo castellano, con el que se siente identificado por el campo abierto, reflexionando sobre la posibilidad de sembrar su corazón.

Estaba echado yo en la tierra, enfrente el infinito campo de Castilla, que el otoño envolvía en la amarilla dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente abría el haza oscura, y la sencilla mano abierta dejaba la semilla en su entraña partida honradamente

Pensé en arrancarme el corazón y echarlo, pleno de su sentir alto y profundo, el ancho surco del terruño tierno, a ver si con partirlo y con sembrarlo,

la primavera le mostraba al mundo el árbol puro del amor eterno.

Pedro Salinas Serrano (1891 - 1951) fue un conocido escritor español, ensayista y poeta. Forma parte de la generación del 27, siendo considerado uno de sus mejores poetas. Este poema forma parte del primero de los tres libros que publico sobre el amor, que recibía el mismo nombre que esta pieza.

Tú vives siempre en tus actos. Con la punta de tus dedos pulsas el mundo, le arrancas auroras, triunfos, colores, alegrías: es tu música. La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos, sale la luz que te guía los pasos. Andas por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace señas a diez mil kilómetros, lo dejas todo, te arrojas sobre proas, sobre alas, estás ya allí; con los besos, con los dientes la desgarras: ya no es duda. Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios del revés. Y tus enigmas, lo que nunca entenderás, son esas cosas tan claras: la arena donde te tiendes, la marcha de tu reloj y el tierno cuerpo rosado que te encuentras en tu espejo cada día al despertar, y es el tuyo. Los prodigios que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste, más que una vez, una noche que te encaprichó una sombra -la única que te ha gustado-. Una sombra parecía. Y la quisiste abrazar. Y era yo.

Ángel González (1925 - 2008) fue un poeta y catedrático nacido en Oviedo. Se le considera uno de los máximos exponentes de la “poesía social” entre los poetas de la Generación del 50. En el poema que puedes leer a continuación, el poeta evoca la belleza del paisaje marino para alabar a su amor.

Alga quisiera ser, alga enredada, en lo más suave de tu pantorrilla. Soplo de brisa contra tu mejilla. Arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada cuando corres desnuda hacia la orilla. Sol recortando en sombra tu sencilla silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido, en torno a ti: paisaje, luz, ambiente, gaviota, cielo, nave, vela, viento…

Caracola que acercas a tu oído, para poder reunir, tímidamente, con el rumor del mar, mi sentimiento.

Miguel Hernández (1910 - 1942) es conocido como el “poeta de la libertad”. Durante la dictadura española, fue encarcelado y sus libros fueron destruidos. Desde la cárcel, Hernández envía esta carta a su mujer. La nana se la escribe a su hijo.

La cebolla es escarcha cerrada y pobre: escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla: hielo negro y escarcha grande y redonda.

En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre escarchaba de azúcar, cebolla y hambre.

Una mujer morena, resuelta en luna, se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete, niño, que te tragas la luna cuando es preciso.

Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en los ojos la luz del mundo. Ríete tanto que en el alma, al oírte, bata el espacio.

Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea.

Es tu risa la espada más victoriosa. Vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol, porvenir de mis huesos y de mi amor.

La carne aleteante, súbito el párpado, y el niño como nunca coloreado. ¡Cuánto jilguero se remonta, aletea, desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño. Nunca despiertes. Triste llevo la boca. Ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto, tan extendido, que tu carne parece cielo cernido. ¡Si yo pudiera remontarme al origen de tu carrera!

Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes.

Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro.

Vuela niño en la doble luna del pecho. Él, triste de cebolla. Tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.

Dulce María Loynaz (1902 - 1997) es una de las poetisas más destacadas de la literatura cubana. En este precioso poema que podemos leer, Dulce ruega que se la quiera por completo, con sus luces y sus sombras.

Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra… Si me quieres, quiéreme negra y blanca, Y gris, verde, y rubia, y morena… Quiéreme día, quiéreme noche… ¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda… O no me quieras

Aunque Alejandra es el nombre por la que la conocemos, en realidad esta reputada poetisa argentina se llama Flora Pizarnik Bromiquier (1936 - 1972). Su vida fue, sin duda, agitada, dado que con tan solo 36 años se quitó la vida.

Han venido. Invaden la sangre. Huelen a plumas, a carencias, a llanto. Pero tú alimentas al miedo y a la soledad como a dos animales pequeños perdidos en el desierto.

Han venido a incendiar la edad del sueño. Un adiós es tu vida. Pero tú te abrazas como la serpiente loca de movimiento que sólo se halla a sí misma porque no hay nadie.

Tú lloras debajo del llanto, tú abres el cofre de tus deseos y eres más rica que la noche.

Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.

Ruben Darío (1867 - 1916) de quien ya hemos hablado en esta lista, tocó también temas infantiles. Aquí tenemos uno de sus poemas más conocidos para niños, en el que se habla de una princesa triste.

La princesa está triste.. Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro; está mudo el teclado de su clave sonoro, y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de Mayo, o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte; los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de marmol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste; la princesa está pálida.) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe (la princesa está pálida; la princesa está triste), más brillante que el alba, más hermoso que Abril!

«Calla, calla, princesa» -dice el hada madrina-, «en caballo con alas hacia aquí se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con su beso de amor…»

José de Espronceda y Delgado (1808 - 1842) fue uno de los escritores más reconocidos del romanticismo. Es, de hecho, el más representativo de la primera etapa de esta tendencia estilística en España. Entre sus poemas más conocidos se encuentra la famosa Canción del Pirata, aunque esta que hemos seleccionado no se queda corta en belleza.

Bellísima parece al vástago prendida, gallarda y encendida de abril la linda flor; empero muy más bella la virgen ruborosa se muestra, al dar llorosa las quejas de su amor.

Suave es el acento de dulce amante lira, si al blando son suspira de noche el trovador; pero aun es más suave la voz de la hermosura si dice con ternura las quejas de su amor.

Grato es en noche umbría al triste caminante del alma radiante mirar el resplandor; empero es aun más grato el alma enamorada oír de su adorada las quejas de su amor.

También conocida como Juana de América (1892 - 1979), esta poeta uruguaya es considerada una de las voces líricas más personales de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Entre sus temas más habituales se encuentran la entrega amorosa, la belleza física, la naturaleza y la maternidad, como podemos ver en este poema.

Lo quiero con la sangre, con el hueso, con el ojo que mira y el aliento, con la frente que inclina el pensamiento, con este corazón caliente y preso,

y con el sueño fatalmente obseso de este amor que me copa el sentimiento, desde la breve risa hasta el lamento, desde la herida bruja hasta su beso.

Mi vida es de tu vida tributaria, ya te parezca tumulto, o solitaria, como una sola flor desesperada.

Depende de él como del leño duro la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro, que solo en él respira levantada.

Como figura clave de la literatura hispanoamericana, Jorge Luis Borges (1899 - 1986)vuelve a aparecer en esta lista de poemas más bonitos de la lengua española con esta preciosa pieza, en la que el autor explora el remordimiento.

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado.

Luis Cernuda (1902 - 1963) fue un destacado crítico y poeta español, que formó parte de la generación del 27. En su obra se ve clara influencia de la poesía francesa y de la obra de Bécquer, como podemos observar en los versos de amor que leeremos a continuación.

Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Junto con Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti (1920 - 2009) fue uno de los poetas que formó parte de la generación del 45. Su obra literaria se extiende hasta los ochenta libros, que han sido traducidos en más de 20 idiomas. Este precioso poemas es solo una pequeña muestra de la belleza de su lírica.

Porque te tengo y no porque te pienso porque la noche está de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen y eres mejor que todas tus imágenes porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde el alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza

porque eres mía porque no eres mía porque te miro y muero y peor que muero si no te miro amor si no te miro

porque tú siempre existes donde quiera pero existes mejor donde te quiero porque tu boca es sangre y tienes frío tengo que amarte amor tengo que amarte aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque la noche pase y yo te tenga y no.

Rosalía de Castro (1837 - 1885) está considerada entre los grandes poetas de la literatura española del siglo XIX, formando parte, junto a Eduardo Pondal y Curros Enríquez, del Rexurdimento gallego.

Busca y anhela el sosiego… mas… ¿quién le sosegará? Con lo que sueña despierto, dormido vuelve a soñar. Que hoy como ayer, y mañana cual hoy, en su eterno afán, de hallar el bien que ambiciona -cuando sólo encuentra el mal-, siempre a soñar condenado, nunca puede sosegar.

San Juan de la Cruz (1542 - 1591) fue un poeta místico del Renacimiento español. Junto con Santa Teresa de Jesús, es considerado la cumbre de la mística experimental cristiana. El poema que leerás a continuación se ha fechado en el año 1578, por lo que podemos suponer que el poeta lo escribió durante su paso por la prisión.

En una noche oscura con ansias, en amores inflamada, ¡oh dichosa ventura! salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada.

A oscuras, y segura, por la secreta escala disfrazada, ¡Oh dichosa ventura! a oscuras, y en celada, estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía, sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba más cierto que la luz del mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste! ¡Oh noche amable más que la alborada: oh noche que juntaste Amado con Amada. Amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía.

Quedeme, y olvideme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo, y dejeme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado.

Dámaso Alonso fue un famoso filólogo y escrito español. Llegó a ser director de la Real Academia Española y miembro de la Real Academia de Historia. Además, recibió el Premio Nacional de Poesía de España en 1927. El poema que leeremos a continuación habla sobre las órdenes literarias de las emociones humanas y las ideas que los rodean.

El viento es un can sin dueño, que lame la noche inmensa. La noche no tiene sueño. Y el hombre, entre sueños, piensa.

Y el hombre sueña, dormido, que el viento es un can sin dueño, que aúlla a sus pies tendido para lamerle el ensueño.

Y aun no ha sonado la hora. La noche no tiene sueño: ¡alerta, la veladora!

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